¿Quién me iba a decir a mi, cuando tenía 4 años y estaba embobado en el sofá de mi casa mirando en un televisor pequeño y cuadrado en una cinta VHS “El rey león”, que con 20 años más a mis espaldas estaría trabajando en un proyecto con la principal fábrica de sueños del mundo?
¿Quién me iba a decir a mi, amante de la gastronomía y admirador de Ferran Adrià, que tendría la oportunidad de trabajar codo con codo con el chef que cambió el mundo en un proyecto que pretende fomentar los hábitos de vida saludables de los más pequeños?
Imagino que nadie. O quizás mi madre, que siempre ha confiando mucho en mi.
La cuestión es que estar en elBulliLab y al lado de uno de los personajes más influyentes de España provoca este tipo de cosas: tener la posibilidad de presenciar una máquina única en el mundo –VolvoxLabs y Microsoft–, obligarte cambiar tu mentalidad de trabajo, conocer a todo tipo de personalidades que vienen a visitar a Ferran o, como es el caso que nos ocupa, trabajar en un proyecto de la mano de Disney.
Y es que desde Talentum hemos tenido la posibilidad de realizar planes de comunicación y de marketing para un proyecto que se inaugurará con el lanzamiento de un libro de recetas inspiradas en las películas de Disney, Marvel y Star Wars –tanto en versión física como en e-book–, una app, una web e incluso un espacio televisivo. Hemos pasado del VHS a la realidad de nuestro trabajo. Además, hemos podido ver de primera mano los planes diseñados por las grandes compañías involucradas en toda esta historia, como pueden Penguin Random House Grupo Editorial o Telefónica –partner tecnológico–, que nos han permitido aprender y analizar cómo trabajan empresas de gran magnitud a este nivel.
Al fin y al cabo, estas son las oportunidades de las que uno disfruta estando en un sitio privilegiado como elBulliLab. Estas y otras muchas que seguro quedan por llegar hacen del programa Talentum una beca incomparable a cualquier otra. El solo hecho de estar aquí y ver algo tan diferente a lo que habíamos podido ver hasta ahora en cualquier otro trabajo o en la universidad ya es un regalo en si mismo. La vida está para contarla con experiencias. Y esta es una que, seguro, no olvidaremos cuando bajemos por último día la rampa del parking que da acceso a este rincón indescriptible.