¿Dónde está mi canción?

¿Dónde está mi canción?

¿Dónde está esa canción que guardé hace tanto tiempo en una playlist de Spotify? ¿Dónde está ese email al que le puse un tag para clasificarlo? ¿Dónde está ese documento que dejé en alguna carpeta del escritorio? Estas son algunas de las preguntas que me hago constantemente en mi día a día. Y no me engañéis: muchos de vosotros también. Y es que sin saberlo, sin quererlo y sin darnos cuenta, a lo que nos dedicamos de forma constante a lo largo de nuestra vida es a clasificar, ordenar y crear, al fin y al cabo, pequeñas taxonomías que nos permiten encontrar lo que buscamos de manera supuestamente más rápida y eficiente. Y esto no solo pasa en el mundo digital, sino que también nos ocurre en nuestra vida diaria más allá de las pantallas de nuestros dispositivos. Por ejemplo, cuando clasificamos los libros por géneros y alfabéticamente, cuando guardamos cuchillos, tenedores y cucharas por separado o cuando ordenamos la ropa en el armario por colores… Esta lista de cosas se podría alargar hasta el infinito, pero la pregunta que nos debemos hacer es la siguiente: ¿lo estamos haciendo bien? La respuesta es que depende: si lo que queremos es no encontrar, algo entonces sí. Al final, la respuesta suele estar en buscar la canción, el email o el documento en el buscador por palabras clave y, de esta manera, la acabamos encontrando con más o menos esfuerzo. En elBulliLab no queremos que esto nos suceda. Y tampoco queremos que te suceda a ti. Por ello, nos hemos dedicado a estudiar el funcionamiento de los buscadores para saber cómo...