¿A que a todos nos gustaría que nos hicieran la vida un poco más fácil? Pues la organización es algo que nos ayuda, aunque sea un poquito, ahorrándonos tiempo y esfuerzo en nuestro día a día. También en el ámbito de las bibliotecas y los archivos, la organización y el orden ayudan, sin duda, a economizar tiempo, esfuerzo y en definitiva, a facilitar nuestro trabajo.
Pero hay veces que las clasificaciones o taxonomías, las organizaciones estipuladas, no son las “adecuadas” para cada persona o contexto. Y sabiendo esto, ¿por qué no dejamos a un lado las normas y nos reinventamos?
Está claro que si a lo largo de la historia no hubiese habido personas con ganas de salirse del renglón y ver la vida de otra manera, no hubiera habido cambios ni progresos. Pero los grandes cambios empiezan por los pequeños detalles, de la misma forma que cualquier camino se empieza con un primer paso. Y es por eso que decidí hacerle más caso a las preguntas corrientes, las que nos surgen día a día, y aplicarlas a las diferentes disciplinas que trabajamos en el Lab.
En el ámbito gastronómico, cuando una persona llega a un archivo o a una biblioteca preguntándose por un tema en particular, como podría ser la nouvelle cuisine de Francia, tendría que documentarse por su cuenta sobre autores que traten el tema en sus publicaciones o directamente preguntar al bibliotecario o al personal a cargo del archivo. El problema es que seguramente no encuentre toda la información que se ha publicado sobre la nouvelle cuisine, porque pocos archivos lo tienen todo.
Siendo así, se hace evidente que es más fácil volver a empezar y crear una nueva clasificación, más intuitiva y clara que las actuales, que son muy rígidas y siguen números y palabras demasiado específicas, que se combinan y acaban creando un verdadero caos para quien no esté familiarizado con ellas y en algunos casos, también para los que lo están.
La verdad es que, existiendo clasificaciones con tantos años a sus espaldas, como es el caso de la CDU (Clasificación Decimal Universal), cavilar sobre un nuevo tipo de clasificación no es algo que salga con un simple chasquido de dedos. Pero si a nuestro trabajo le añadimos constancia, dedicación, innovación y entusiasmo, conseguimos una receta que, en el futuro, dará con un sistema de organización mejor de lo que podamos soñar hoy. Y digo en un futuro, porque un proyecto tan ambicioso puede seguir las corazonadas, pero no puede convertirlas en el único motor.
Cuando tenemos un problema y de repente se nos ocurre una solución nos sentimos aliviados por haber hallado una vía posible. De hecho, llegamos a verla como la mejor opción del mundo, o incluso la única, porque ha hecho que el problema se difumine, permitiéndonos respirar. Pero puede que este no se haya esfumado por completo. Por eso, en el BulliLab la primera opción nunca es la mejor: puede que finalmente sea la salvadora, pero en todo caso, nunca será considerada la mejor ni la más eficiente desde el minuto cero. Es más que necesario darle otra vuelta de tuerca. Porque aquí, como en la vida o los caminos, el primer paso nunca es el último, pero ello no lo hace menos importante.