Entre libros y callejuelas

Entre libros y callejuelas

Cuando llegué a mediados de junio a elBulliLab, no podía imaginarme cuán fina es la línea entre el caos y el orden. El trabajo aquí no cesa, siempre hay cosas que hacer. Voy a estar tres meses y soy consciente de que este corto periodo se va a convertir en una breve degustación de todo lo que se está haciendo aquí, que no es poco. Pero dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno…

Si estar en un sitio como elBulliLab ya es algo fuera de lo común, imaginaos si los sumamos a vivir en una ciudad desconocida. Soy de Madrid y me he desplazado a Barcelona para poder estar en este templo de la innovación y la creatividad, que a veces marea más que aclara.

Mis días en la ciudad condal transcurren entre el original espacio en el que se encuentra este Lab y el piso que comparto con Andrea, mi compañera de viaje y aventuras, con la que tengo la suerte de compartir todos y cada uno de los detalles de esta experiencia. Me encanta nuestro piso. Es muy acogedor y está tan cerca del trabajo que me deja que alargue al máximo la hora de despertarme. Y cuando acabo mi remoloneo diario y me decido a arrancar motores, me arreglo, desayuno, y salgo de casa con Andrea, rumbo a la calle México.

Llegamos y… Ni un instante para pausas. De hecho, “descansar” es una palabra que nunca tendré que ordenar ni clasificar en elBulliLab, porque sencillamente no existe. Sin más dilación, toda mi concentración y esfuerzo se enfoca en el desarrollo de la base de datos de productos no elaborados. Tras investigar sobre la documentación y las bases de datos y organizar la biblioteca física del Lab según Sapiens y la costumbre cultural occidental, esto es, tal como nombramos comúnmente a los alimentos en occidente, mi tarea ahora es idear una base de datos digital e investigar sobre los tipos de búsqueda que se le podrán aplicar.

Cuando el reloj marca las 18:30, hora a la que ya suelo estar exhausta -pensar debería considerarse un deporte olímpico- salgo de aquí  y me dirijo a casa para descansar. Y ese descanso puede ser de media hora o del resto de la tarde. Pero suponiendo que me quede con la primera opción, puede que me decida a pasear un poco con Andrea por la ciudad, todavía desconocida para nosotras. Si estamos fuera de casa, y no es para estar en elBulliLab, seguramente nos encontrarás callejeando por el barrio Gótico o por algún rincón del Borne.

Y después de eso, de vuelta a casa, a prepararse y descansar todo lo que se pueda para llegar con energías renovadas al día siguiente, un nuevo día sin pausas ni descansos y con mucho esfuerzo, dedicación y sobretodo, pasión.  Y es que el ingrediente que más cuenta cuando trabajas en sitios como este –si es que existe alguno más como este- son precisamente las ganas de hacerlo bien y de dar lo mejor de uno mismo.

Así que ya veis. Me hallo entre libros y callejuelas escondidas. Y os puedo asegurar que los primeros se diferencian poco de los segundos. Los dos son muy fáciles de amar, aunque a veces sean difíciles de comprender y de poner en orden.

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